El gas, tanto el gas natural (GN) como el gas licuado (GLP), es un combustible limpio, versátil, seguro, sustentable y eficiente. Es una energía de múltiples usos con literalmente cientos de aplicaciones, entre las que se cuentan industria, comercio, transporte y hogar. Es además una energía que se utiliza en la generación de electricidad.
El gas tiene la particularidad de ser portátil, lo que permite que pueda ser almacenado y utilizado prácticamente en cualquier lugar. Se estima que las reservas disponibles hoy permitirán contar con este recurso energético por muchas décadas más. Además, es altamente eficiente pues, en algunos casos, posee hasta cinco veces más poder calorífico que otros combustibles.
Cuando un gas es capaz de reaccionar con el oxígeno del aire y generar desprendimiento de energía térmica, se le denomina gas combustible. La gran diversidad o tipos de combustibles gaseosos han hecho necesaria su clasificación en familias.
El continente sudamericano cuenta con importantes reservas de GN. Sin embargo, no están distribuidas de manera uniforme en la región. Países como Bolivia, Venezuela y Argentina disponen de grandes reservas, mientras otros como Chile y Brasil, lo deben importar para satisfacer sus necesidades.
Si bien existen interconexiones gasíferas en la zona, especialmente en el Cono Sur, por razones económicas y geopolíticas, aún no ha sido posible lograr una plena integración energética. Por esto, países como Brasil y Chile, han decidido reducir su dependencia energética de los países vecinos, a través de la construcción de terminales marítimos para importar gas natural licuado (GNL) desde otras partes del mundo.
Por otra parte, el GLP es el combustible más utilizado a nivel residencial en toda Sudamérica, siendo Brasil, Venezuela, Argentina y Chile los mayores consumidores.
Chile consume más de 1 millón de toneladas de GLP al año, la mitad de ellas en la Región Metropolitana, siendo el propano el más vendido, seguido por el butano.